En directo con el Dr. José Francisco Sierra.

30.11.2011 12:32

Cuándo el ´pánico ataca, perdemos facultades

Las crisis de pánico muestran cómo el ser humano atiende a las sensaciones internas para informarse sobre la integridad de funciones vitales. El afectado atenderá a las señales que provienen de su mente, cuerpo o impulsos. Para quien las padece, las crisis son vivencias singulares, distintas a otras que pudo haber sentido con intenso temor o peligro.

El ataque de pánico resulta ser un momento crítico dentro de la vida del hombre. Hoy es algo de lo que se habla habitualmente. Parecería que nuestra vida acelerada, nos lleva cada vez más a ver este tipo de problemática. Aparece más en el sexo femenino; tiene un alto costo social por la incapacidad de trabajar, por las faltas o ausencias reiteradas y el probable despido con la consecuente pérdida laboral

“Es habitual que exista una patología que justifica y acompaña al ataque de pánico como por ejemplo: el alcoholismo, el consumo de drogas (marihuana, éxtasis, cocaína, etc.) ya sea como sobredosis o como ingesta habitual y permanente; trastornos psiquiátricos del tipo de ideas obsesivas compulsivas, y/o depresión” Explica el médico José Francisco Sierra.

Sobrepasar los límites del miedo hasta niveles paralizantes puede ser muy peligroso. Sin embargo, existen terapias de autocontrol para evitar llegar a esos extremos.

El psicólogo Gustavo Linares indica que “el pánico es una reacción extrema del temor, cuando la mente no puede soportar los niveles de amenaza, que experimenta y desordena el comportamiento en respuestas, ya sea de ataque o de huída”.

“Una conducta como la descrita puede requerir atención especializada cuando no corresponde a una situación, que tenga la suficiente intensidad, como para causarla a cualquier persona. Por ejemplo, lo que siente alguien que padece de fobias severas o crisis de ansiedad elevada, por otro lado, puede decirse que el pánico ante una amenaza real a la vida o a la integridad personal es normal. Por ejemplo, una catástrofe natural, un asaltante armado o una fiera suelta, pueden dar lugar a conducta de pánico, perfectamente esperables y normales”, explica.

Autocontrol preventivo         

Actualmente existen varias aproximaciones para canalizar este trastorno, que varía de acuerdo con la situación del paciente, principalmente, recientemente las terapias basadas en relajación, hipnosis o el entrenamiento de sensibilización sistemática, son muy efectivas a largo plazo. Sin embargo, pueden existir casos que requieran medicamentos y hasta hospitalización por breves recesos de tiempo.

También es bueno entrenarse en yoga, relajación o técnicas de control de estrés. Hoy en día existen muchos centros especializados que ofrecen cursos o programas destinados a mejorar las reacciones.

Apoyo

El doctor Linares sostiene que, si se da el caso de encontrarse cerca de una persona que esté experimentando un ataque de pánico, “la regla de oro es no caer en pánico uno también. Lo mejor es tratar de mantener la propia conducta ordenada e intervenir controladamente. Es decir, hablar con la persona que está padeciendo el ataque, usando una voz lo más serena posible, haciéndole ver que en realidad está muy asustada, pero uno está allí para ayudarla”.

Es recomendable tomarle cuidadosamente por los hombros o los brazos hasta que pase la crisis mayor y luego abrazarle o sentarle en un asiento cómodo, siempre reconociendo sus temores, sin agredir o descalificar su percepción, hasta que pueda estar lo más tranquilo posible.

Consejo

“Recomiendo estar constantemente alerta a las situaciones internas, en la misma medida en que se presta atención a las externas. Es bueno tener consciencia de que si usted padece de reacciones exageradas a estímulos que a otros no les causa la misma conducta, o si tiene fobias preocupantes, no debe trivializar el asunto diciendo que eso le pasa a todo el mundo. Es mejor buscar ayuda especializada para mantener el control cuando sea necesario. Pero además, como en el mundo hay también peligros reales y más en este momento del país, es bueno tener lo que llamo una “paranoia sana”. Esto es, no andar por las calles como si uno estuviera en el mejor de los mundos y tomar todas las precauciones a que haya lugar, especialmente cuando se sale de espacios conocidos”, concluye el psicólogo.

Lo importante es saber, tanto el afectado como su familia, es que este episodio tiene solución. Dilatar la consulta con especialistas sólo prolonga el problema.